sábado, 30 de julio de 2016

Y tú, ¿a qué juegas? PokeMons vs PekeMons

Hace unos días que propuse el juego de las PokeMums, sin saber que en un período tan corto de tiempo iba a estar tan de moda.

Pues bien, desde que ha salido la siguiente edición del juego y mi mundo (o más bien, el mundo general, del que formo parte) se ha vuelto loco, he encontrado una nueva versión de este entretenimiento, completamente adaptada a mi entorno. A grandes rasgos, las características fundamentales en 2016 se han adaptado a la nueva tecnología.

Oficialmente, ahora lo que se lleva es una cosa llamada "realidad aumentada"... ¿Aumentada? ¿Más? Mi realidad es ya bastante grande, bastante real. ¿Por qué una eMamá en su sano juicio querría aumentar la realidad? En mi casa reina la segunda ley de la termodinámica en su estado más puro. La generación de entropía, porque no hablamos de un sistema estable y cerrado, es tan grande que hordas de científicos de todo el planeta acudirían en peregrinación si hubieran conseguido aislar el epicentro del fenómeno. Pero como, sólo por complicar las cosas de la física, tenemos tres pequeños epicentros, los PekeMons, con movimiento aleatorio y posición variable, creo que los físicos teóricos están perdidos en un bucle por la M30. Gracias al cielo, porque no tengo nada adecuado que ponerme: el cerebro para las visitas está en paradero desconocido desde mi primer parto.

Como decía, lo que está de moda es que el entrenador (o entrenadora -ojo al término-, es completamente personalizable) se mueva por el mapa gracias al GPS... como si con un GPS fuera yo a encontrar el almohadón que se perdió ayer, o los seis juguetes que salieron despedidos por la terraza y acabaron entre las hiedras. Ni tampoco creo que volvamos a encontrar el muñeco de acción que perdimos enterrado en las profundidades del arenero y las tres letras magnéticas de la "tarta de letras", ni con un geolocalizador. Esas técnicas avanzadas están muy bien para guiar ingenios en el espacio o referenciar posiciones de vehículos, pero en la vida diaria de los PekeMons lo único que necesitamos es vista con súperpoderes. Lo sé por experiencia propia. Y un tanto así de grande de intuición. Y si no, véase la que se lió el día que alguien guardó la cafetera en el cajón bajo la cuna. Ese día nos duró una semana. Por lo menos.

Prosigo: estos entrenadores (nadie los llama en el juego "educadores", pues disuadiría a muchísimos potenciales jugadores que, oliéndose de qué va realmente la vaina, hicieran peligrosas asociaciones entre ellos y los amigos con hijos, y decidieran continuar jugando a cosas con muchas menos implicaciones como, pongamos por ejemplo, el parchís) deben encontrar pequeños monstruos "de bolsillo", de ahí su nombre. ¿De bolsillo? Sólo por alusiones, diré que eMamá ha jugado a esta nueva versión hace exactamente tres días, y lo primero que capturó era una planta con ojos y un capullo en el lomo que pesaba 11.6 kg y medía 88 cm. Y no, no era eBebote, que es EXACTAMENTE igual de tamaño. Y también os digo que NO, eso no cabe en un bolsillo. Ni siquiera en el bolsillo de una madre. Ni en el espacio híperdimensional de su bolso con fondo de n dimensiones. Mi hijo, que tiene una proporción un poco más discreta (sobre todo porque no le salen inflorescencias en la espalda: eso incomoda muchísimo), sólo tiene dos formas de transporte: en brazos -hasta que el cuerpo aguante o el niño se canse, cosa que no suele suceder- y en carrito. Luego, eventualmente, cabe que se desplace por sus propios medios. Mi PekeMon sabe andar, correr, reptar, saltar y rodar. Dudo de las capacidades de un bicho verde y regordete con pinta de poder echar raíces. Para evitar este inconveniente los creadores del juego han ideado el medio de transporte ideal. Las Pokebolas. Y ese invento, ése, sí que es un avance significativo. En un cacharro de unos 10 cm de diámetro se puede compactar un bicho de más de 200 kg y casi tres metros de estatura. Y llevarlo en el cinturón. E incluso rodando, si me apuras. Si yo tuviera unas cuantas de esas Pokebolas, de verdad, no las invertiría en transportar monstruitos por las calles. Las invertiría en guardar trastos. Una Pokebola para los juguetes, una para los cuentos, otra para la ropa... Y, si nos ponemos tontos, en otra me escondería yo. ¿Que tenemos visita? los trastos a la Pokeball... las aplicaciones  son infinitas. Todo, menos otro PekeMon en semilibertad, con su potencial generación de caos (crece exponencialmente con el número de PekeMons, debe considerarse muy en serio esta opción, en toda circunstancia).

Por último, la diferencia fundamental entre unos PokeMons y otros es, además de su tipología y características físicas, la capacidad de desarrollar dos tipos de ataques específicos, en los que son tremendamente eficientes. Otra vez, la realidad supera a la ficción. Los PekeMons tienen no dos ni tres, sino infinitas capacidades de probadísima eficacia para volver loca a una eMamá, o todo un colectivo de ellas. Además las pueden poner en práctica de manera combinada, aplicándolas en serie o paralelo, según el nivel de cordura que se quiera neutralizar. Así por ejemplo, un eHijo de nivel 4 puede ser capaz de abstracción extrema. Desesperante. Pero es que eBichita de nivel 3 puede igualar e incluso superar esa destreza. La combinación de ambos deriva en la creencia absoluta de eMamá de que tiene hijos sordos, o de que domina idiomas incomprensibles, y el empleo de lengua de signos para la comunicación. Pero si la técnica PekeMon es "extracción máxima de juguetes" o "esparcimiento de cuentos por salón", los niveles de estrés de eMamá aumentarán peligrosamente y los puntos de cordura descenderán a mínimos perjudiciales. 

Y básicamente, así funciona el juego. Luego existen opciones de hacer interactuar tus PekeMons con otros, en los Gimnasios PekeMon (se localizan en parques infantiles, o zonas de columpios, o sitios por el estilo), a fin de subirlos de nivel. (¿¿¿De nivel de qué???) E incluso, con cierta experiencia, se debe elegir un equipo de padres de PekeMons al que aliarte (a saber, los molones, los pasotas o los "raros" -yo me he pedido este último-). Todo ello deriva en relaciones mucho más complicadas que todavía no he tenido ocasión de explorar convenientemente. Cuando llegue el momento, si llega, informaré sobre ello.

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