viernes, 4 de octubre de 2013

eMamá hospital (seguridad social): luces y alguna sombra

Esta semana está resultando complicada. Lo que el domingo sólo era una inocente erupción cutánea (inocente pero gigantesca), durante la semana y de forma increíblemente rápida se transformó en un reuma exagerado que impide a eMamá los movimientos más básicos (explicación somera). Así que desde el lunes eBebé mayor va por la vida comunicando "eMamá hospital". Aunque estoy de baja, he pasado más horas en salas de espera y consultas que descansando. Como saldo final de todo este embrollo, una medicación que si bien no es incompatible con el embarazo sí puede perjudicar al bebé en la dosis que estoy tomando. Peor aún, esa dosis es la tercera parte de lo que necesité en capítulos anteriores, y para hacerla compatible con la salud neurológica de eMbrión, aún hay que reducirla a su tercera parte. De todo esto si se puede sacar algo positivo, es que ya con toda seguridad tenemos calada la medida de nuestra nueva doctora de cabecera. Tres embarazos en 34 meses llevo, y tres médicos diferentes (estamos en la consulta del pánico, supongo).
La primera y mejor era una chica joven que estuvo varios años en el puesto, encantadora y segura de sí misma. Dimos a luz casi a la vez, y por supuesto buscó un destino más próximo a su recién ampliada familia.
El siguiente era un chico serio, pero cordial una vez lo conocimos. Quizás demasiado seguro de sí mismo en algún momento cercano al parto, pero digamos que lo compensó enviándome al ingreso tras dos semanas de expediciones varias a repartir entre urgencias de la maternidad y consultas de atención primaria. De resultas, en dos días tuve a eBebita en brazos, obligada a salir de territorio inhóspito por la fuerza (y por la urgencia).
Ahora ha llegado una mujer muy poco empática a la que ni el mejor humor de eMamá arranca una sonrisa, que ante este caso complicado que supone siempre un enfermo diagnosticado con algo raro, me ha tenido de urgencia en urgencia toda la semana. Y mal remitida. Cuando por fin comienzo a medicarme por prescripción de una especialista (reumatóloga) que ha tenido a bien verme sin cita, enviarme sin cita a otro especialista, atenderme incluso en consultas de otra especialidad y remover cielo y tierra para conseguirme un ingreso en algún hospital con ginecólogo, me da por fin la baja. De rellenar los partes mejor no hablamos, porque tuve que indicarle yo dónde rellenar cada dato. Y en la baja en lugar de mi enfermedad rara, diagnosticada hace seis años, y por la que me han puesto tratamiento...¡¡Me la da por faringitis!!
Hasta para ser raro hay que tener suerte.