Ha terminado, ¡¿por fin!?, snif, snif, el largo período
estival de las eMamás en excedencia. Hoy toca vuelta al cole para todos (los
eBebés llevan ya una semana en esos quehaceres, y el ePapá otro tanto), y entro
en la consabida reflexión de ¿en qué se nos ha ido el verano? Ha sido un estío
largo y provechoso, visto desde este último coletazo antes del otoño.
No conseguimos que eBebé mayor aprendiera a utilizar con
ilusión el orinal, ni su reductor de Pocoyó (el primer intento fue un fracaso,
véase a eMamá sola ante los dos bebés con la fregona en una mano, la eBebé menor
en otra y un eBebé mayor candoroso llamando “he hecho pis ahí”… eso cuatro
veces en quince minutos. El segundo intento duró unos días más, pero finalmente
claudicamos ante los sentenciosos noes con que nuestro hijo respondía ante la
pregunta “¿quieres aprender a usar el wáter, como los mayores?”). Borrón y
cuenta nueva.
eBebé menor ha empezado a comer sólidos (bueno, más que sólidos
son pastosos) purés de casi todo, así como yogures y otros subproductos para la
merienda – como potitos prefabricados de frutas -. Además le ha salido su
primer diente hace una semana, y desde hace tres días ya sabe sentarse solita. Repta
como un comando en persecución de su ansiada presa (su madre, o la zapatilla de
su madre, o la falda de su madre… o, más habitualmente, su hermano) y protesta
enérgicamente ante cualquier elusión de sus deseos (como por ejemplo, que su
madre se escape al baño a las 6.30 de la mañana mientras ella deambula por la
cuna, cuando es de sobra conocido que el deber de toda mamá es reprimir
cualquier necesidad y coger en brazos a esa pequeña madrugadora para no
soltarla hasta la hora de dormir… ha desarrollado un radar de movimiento, la tía,
y aunque no te vea sabe precisamente cuáles son tus intenciones. ¡Digno de ver
a ePapá salir del dormitorio reptando a trabajar!).
eBebé mayor no sólo habla con fluidez, sino que desde anoche
sabe llamar a gritos por iniciativa propia a su padre: “¡Papá, ven! ¡A la cama!”.
También ha comenzado a dormir en una cama de su talla, o en colchoneta en el “cole”,
y aparte de saltar un día por encima de una almohada para darse un terrible
coscorrón contra el suelo, la experiencia está resultando muy positiva. Está
ansioso por tener su cama nueva, aunque para él siempre es “cama Grande”, e
incluye un papá y una mamá, además de una eBebé menor de vez en cuando.
eBebé menor ha conocido la experiencia educativa externa
(guardería), y está encantada. Casi me atrevería a decir que son sus profes las
que tiemblan cuando nuestro pequeño terremoto de diez meses aparece por la
puerta. Y es que sus compañeros tienen ocho meses más que ella y parecen ya
algo más “domesticados” (dicho con cariño, entiéndase). Pero la pequeña eBebita
todavía no distingue un puré del tierno césped del recreo, ni una coliflor de
un puñado de entretenida y deliciosa tierra (los dos le encantan por igual). Entre
tanto, eBebé mayor sube y baja los escalones hasta su aula con una parsimonia y
una delectación tales que pareciera que no hubiera mayor disfrute en la vida. Y
ha aprendido a jugar al baloncesto (¿¿?? Eso desde luego no lo ha sacado de su
madre). Por otro lado seguimos con los baños esporádicos en zumo de naranja, y
los preciosos atuendos personalizados: en vez de etiquetas con su nombre,
llevamos nuestras marca de fruta indeleble, que también imprime cierto carácter…
Por último, este verano hemos aprovechado la oferta que nos
da la vida para hacernos con un 3x2. Aunque estamos todos como locos, la
entrega no se efectuará hasta el mes de marzo, Dios mediante, aunque siempre
nos suele llegar el pedido con cierta antelación… A este nuevo miembro
protagonista lo hemos de llamar, de momento eMbrión. (Ya se me ocurrirá algo
mejor).