Esta semana está resultando complicada. Lo que el domingo sólo era una inocente erupción cutánea (inocente pero gigantesca), durante la semana y de forma increíblemente rápida se transformó en un reuma exagerado que impide a eMamá los movimientos más básicos (explicación somera). Así que desde el lunes eBebé mayor va por la vida comunicando "eMamá hospital". Aunque estoy de baja, he pasado más horas en salas de espera y consultas que descansando. Como saldo final de todo este embrollo, una medicación que si bien no es incompatible con el embarazo sí puede perjudicar al bebé en la dosis que estoy tomando. Peor aún, esa dosis es la tercera parte de lo que necesité en capítulos anteriores, y para hacerla compatible con la salud neurológica de eMbrión, aún hay que reducirla a su tercera parte. De todo esto si se puede sacar algo positivo, es que ya con toda seguridad tenemos calada la medida de nuestra nueva doctora de cabecera. Tres embarazos en 34 meses llevo, y tres médicos diferentes (estamos en la consulta del pánico, supongo).
La primera y mejor era una chica joven que estuvo varios años en el puesto, encantadora y segura de sí misma. Dimos a luz casi a la vez, y por supuesto buscó un destino más próximo a su recién ampliada familia.
El siguiente era un chico serio, pero cordial una vez lo conocimos. Quizás demasiado seguro de sí mismo en algún momento cercano al parto, pero digamos que lo compensó enviándome al ingreso tras dos semanas de expediciones varias a repartir entre urgencias de la maternidad y consultas de atención primaria. De resultas, en dos días tuve a eBebita en brazos, obligada a salir de territorio inhóspito por la fuerza (y por la urgencia).
Ahora ha llegado una mujer muy poco empática a la que ni el mejor humor de eMamá arranca una sonrisa, que ante este caso complicado que supone siempre un enfermo diagnosticado con algo raro, me ha tenido de urgencia en urgencia toda la semana. Y mal remitida. Cuando por fin comienzo a medicarme por prescripción de una especialista (reumatóloga) que ha tenido a bien verme sin cita, enviarme sin cita a otro especialista, atenderme incluso en consultas de otra especialidad y remover cielo y tierra para conseguirme un ingreso en algún hospital con ginecólogo, me da por fin la baja. De rellenar los partes mejor no hablamos, porque tuve que indicarle yo dónde rellenar cada dato. Y en la baja en lugar de mi enfermedad rara, diagnosticada hace seis años, y por la que me han puesto tratamiento...¡¡Me la da por faringitis!!
Hasta para ser raro hay que tener suerte.
viernes, 4 de octubre de 2013
viernes, 20 de septiembre de 2013
Saldo vacacional
Ha terminado, ¡¿por fin!?, snif, snif, el largo período
estival de las eMamás en excedencia. Hoy toca vuelta al cole para todos (los
eBebés llevan ya una semana en esos quehaceres, y el ePapá otro tanto), y entro
en la consabida reflexión de ¿en qué se nos ha ido el verano? Ha sido un estío
largo y provechoso, visto desde este último coletazo antes del otoño.
No conseguimos que eBebé mayor aprendiera a utilizar con
ilusión el orinal, ni su reductor de Pocoyó (el primer intento fue un fracaso,
véase a eMamá sola ante los dos bebés con la fregona en una mano, la eBebé menor
en otra y un eBebé mayor candoroso llamando “he hecho pis ahí”… eso cuatro
veces en quince minutos. El segundo intento duró unos días más, pero finalmente
claudicamos ante los sentenciosos noes con que nuestro hijo respondía ante la
pregunta “¿quieres aprender a usar el wáter, como los mayores?”). Borrón y
cuenta nueva.
eBebé menor ha empezado a comer sólidos (bueno, más que sólidos
son pastosos) purés de casi todo, así como yogures y otros subproductos para la
merienda – como potitos prefabricados de frutas -. Además le ha salido su
primer diente hace una semana, y desde hace tres días ya sabe sentarse solita. Repta
como un comando en persecución de su ansiada presa (su madre, o la zapatilla de
su madre, o la falda de su madre… o, más habitualmente, su hermano) y protesta
enérgicamente ante cualquier elusión de sus deseos (como por ejemplo, que su
madre se escape al baño a las 6.30 de la mañana mientras ella deambula por la
cuna, cuando es de sobra conocido que el deber de toda mamá es reprimir
cualquier necesidad y coger en brazos a esa pequeña madrugadora para no
soltarla hasta la hora de dormir… ha desarrollado un radar de movimiento, la tía,
y aunque no te vea sabe precisamente cuáles son tus intenciones. ¡Digno de ver
a ePapá salir del dormitorio reptando a trabajar!).
eBebé mayor no sólo habla con fluidez, sino que desde anoche
sabe llamar a gritos por iniciativa propia a su padre: “¡Papá, ven! ¡A la cama!”.
También ha comenzado a dormir en una cama de su talla, o en colchoneta en el “cole”,
y aparte de saltar un día por encima de una almohada para darse un terrible
coscorrón contra el suelo, la experiencia está resultando muy positiva. Está
ansioso por tener su cama nueva, aunque para él siempre es “cama Grande”, e
incluye un papá y una mamá, además de una eBebé menor de vez en cuando.
eBebé menor ha conocido la experiencia educativa externa
(guardería), y está encantada. Casi me atrevería a decir que son sus profes las
que tiemblan cuando nuestro pequeño terremoto de diez meses aparece por la
puerta. Y es que sus compañeros tienen ocho meses más que ella y parecen ya
algo más “domesticados” (dicho con cariño, entiéndase). Pero la pequeña eBebita
todavía no distingue un puré del tierno césped del recreo, ni una coliflor de
un puñado de entretenida y deliciosa tierra (los dos le encantan por igual). Entre
tanto, eBebé mayor sube y baja los escalones hasta su aula con una parsimonia y
una delectación tales que pareciera que no hubiera mayor disfrute en la vida. Y
ha aprendido a jugar al baloncesto (¿¿?? Eso desde luego no lo ha sacado de su
madre). Por otro lado seguimos con los baños esporádicos en zumo de naranja, y
los preciosos atuendos personalizados: en vez de etiquetas con su nombre,
llevamos nuestras marca de fruta indeleble, que también imprime cierto carácter…
Por último, este verano hemos aprovechado la oferta que nos
da la vida para hacernos con un 3x2. Aunque estamos todos como locos, la
entrega no se efectuará hasta el mes de marzo, Dios mediante, aunque siempre
nos suele llegar el pedido con cierta antelación… A este nuevo miembro
protagonista lo hemos de llamar, de momento eMbrión. (Ya se me ocurrirá algo
mejor).
domingo, 21 de julio de 2013
los negocios de eBebé
Hace unos días en una conocida cadena comercial, eBebé mayor detectó un reductor de WC de Pocoyó. Se volvió loco. eMamá ya lo había estado mirando porque dentro de muy poco comenzaremos la ¿complicada? tarea de quitarle el pañal, así que cuando estaba a punto de salir corriendo por los arcos de seguridad con su preciado objeto en la mano, ePapá le recordó que no lo había pagado. eMamá de pronto vio un bebé que venía corriendo agitando su reductor al grito de “¡A pagar, a pagar!”. ¿?¿?¿? Se acercó a las cajas, levantó su cabecita y dijo “Hola, ¡a pagar! ¡Hola, hola!” haciendo las delicias de su sorprendida madre, de la premamá que estaba en ese momento pagando (un tanto confusa, diríase que era primeriza como yo lo fui una vez), de las cajeras y, en general, de todo el que presenció la escena. Nunca antes habíamos visto esta faceta comercial de eBebé mayor, así que aprovechamos para enseñarle cómo se utilizan los misteriosos papelitos que se guardan en las carteras de los bolsos de las eAbus (que tanto gusta de abrir) y de eMamá (el caso concreto).
martes, 2 de julio de 2013
Una eFamilia cualquiera
No he presentado como se merece a la eFamilia. Se compone básicamente de los siguientes miembros:
- eBebé menor o también eBebita, casi ocho meses y mucha personalidad cuando de echarla en la cuna se trata, o de quitarle un delicioso a la par que peligroso juguete improvisado (ya sea un pañuelo de papel, un muñeco de su hermano o la cadena de su madre);
- eBebé mayor, pronto derivado en eHijo o equivalente: cumplirá dos años en Agosto y está en una fase que mezcla a partes iguales rabietas del diablo de Tasmania con ocurrencias que dejan a la eFamilia en general (y a la eMamá muy en particular) a la altura de las babosas asturianas en un día de orballu.
- ePapá: sujeto con paciencia de santo que soporta los avatares del destino con admirable solidez y tranquilidad. Sobrelleva los arranques de ira de eMamá con la misma estoicidad que los acercamientos aduladores de su eHijo. A veces la eFamilia se pregunta si es humano o un pedrusco.
- los eAbus (cuatro): conjunto de seres que acompañan nuestras aventuras en órbita nietoestacionaria – siempre están ahí encima (en el buen sentido) -.
- eTíos y ePrimo: por seguir la analogía, los cometas familiares (con periodicidad errática hay un avistamiento), también en buen sentido. eBebé mayor ha desarrollado un apego especial con ePrimo, con el que se lleva tres meses.
- eAmistades: todavía desconocen la implicación e importancia de su aportación a este cuadro, pero vamos, que contar, cuentan.
- y por último, la eMamá: sujeto habitualmente nervioso y agotado que sobrevive a base de paciencia hipotecada y ayuda externa, así como de energía que absorbe de los dos eBebé, grandes generadores e inventores del movimiento perpetuo.
jueves, 27 de junio de 2013
El bocata
Hoy es miércoles. Desde el lunes mi hijo ha emprendido la complicada misión de volver a casa todo mordisqueado como si de un chicle se tratase. El lunes en el autobús descubrí en su bracito dos extrañas marcas que, por más que se frotasen, no desaparecían. Eran la sombra de una sucesión de dientes perfectamente encajados en una mandibulita del tamaño de un bebé. El martes su profe, desconcertada y desolada a partes iguales, tuvo que informarme de que para hacer juego, nuestro peque lucía otro bocado similar en el otro brazo. Cuando fuimos a admirar semejante obra artística, otros dos traumatismos con un número dispar de dientes asomaban en su manita y subían, como un sinuoso emblema de la masticación, hasta el codo…
Alguien ha confundido sospechosamente a mi hijo con un bocata. Como celosa madre que soy, pretendo que al – ¿inocente?- agresor se le reprenda por su comportamiento. Ignoro si a los progenitores de esta pequeña fiera se les ha informado alguna vez de los hechos. En el historial figuran un precioso reloj de mano, no hace mucho, un mordisco en el interior del brazo (localizado por las babas que dejó en la camiseta) y el más antiguo y problemático, un bocado en plena tripa. Y digo problemático porque por azares alguien se olvidó de comentármelo y pasé una noche terrible esperando que se desencadenase toda una reacción alérgica (ay, las madres, cómo somos…)
Como persona (parcialmente) lógica intento comprender qué razones empujan a otro, u otros bebés, a organizar este galimatías dental sobre la piel de mi retoño que, según palabras textuales, es el único que sale así del aula día tras día. Una de las conclusiones es que eBebé mayor persigue sin cesar a cierto compañero para arrebatarle cualquier juguete que éste tenga en sus manos. Otra, que con este amigo debe de llevarse de maravilla, porque se pasan el día juntos, duermen en cunas contiguas, organizan saraos a la hora de la siesta, se saludan afectuosos por la calle y mi hijo se niega a dar el chivatazo. Ni siquiera llora (ambas cosas, de un tiempo a esta parte).
Ante estos hechos, la eMamá se pregunta cómo actuar para inculcar pacíficamente a su pequeño hábitos que le permitan conservar intactas sus extremidades y desarrollar un comportamiento social adecuado. Pero ignora cómo hacerlo cuando el entorno más cercano a eBebé mayor es feliz comiéndose un pie (algo que a él no le interesa demasiado).
Así dicen que todos los niños llegan con un pan bajo el brazo (¿o alrededor de él?). Mañana lo llevo a la guardería envuelto en papel de plata.
martes, 25 de junio de 2013
el germen de eMamá
Para abrir boca, hoy voy transcribir algo que sucedió hace escasos dos meses en nuestro propio edificio, y causa principal de este blog.
Vivimos en un piso como tantos, en Madrid, junto a otros 111 vecinos. Como corresponde ante tal aglomeración, hay de todo, desde los que no saludan o fingen no verte cuando pasas (la mayoría), a gente muy cortés y educada de esos que te esperan para coger el ascensor.
El día de autos salíamos toda la familia. Al llegar al portal el aire fresco se colaba por los resquicios, así que la eMamá ni corta ni perezosa decide desenfundarse la chaqueta para arropar a la eBebé, una nenita de entonces cinco meses. Mientras estaba en estas lides, una solícita vecina se ofrece a ayudar a la eMamá, que parecía más un pulpo jugando a piedra-papel-tijera-lagarto-Spock. Estaba y estoy muy agradecida por este detalle tan inusual, así como por los halagos hacia nuestra hija en que se deshizo. Hasta que de pronto vio a nuestro eBebé (ya no tan bebé) mayor, que a la sazón tenía sus 20 meses ya y acababa de subir renqueante los escalones del portal que previamente había bajado. Esto se merece un punto y aparte.
El discurso siguió por derroteros tan habituales como inadecuados (desde mi punto de vista, porque alabar a un niño a costa de menospreciar a otro no me parece educativo): que si el mayor sí que es guapo (¿es que no lo era también su hermana hace un momento?), que si tal y cual… Como digo, lo habitual. Se despide y cuando sale por la puerta, dejándonos en amor y compañía a los cuatro, dice llanamente: “¡qué desastre!” Muy buenos días tenga usted también (en ese momento estábamos tan estupefactos que ni siquiera se los pude desear).
Hasta el conserje, cuyo idioma natal no es el castellano, nos preguntó si había entendido bien.
lunes, 24 de junio de 2013
eMamá se presenta
Hasta hoy soy, simplemente, madre. He decidido convertirme en una eMamá como muchas otras simplemente por compartir un poco de mi día a día, algo que me ayude a superar ciertos baches diarios y sobre todo que me permita transmitir y recordar los buenos momentos, que son muchísimos.
El impulso final me lo han dado meses y meses de comentarios - a veces divertidos, a veces mordaces, y otras, las menos, simplemente hirientes - que nuestra particular situación familiar, nada especial por otra parte, suscita por los rincones. Y es que nuestros peques, que son sólo dos hasta la fecha, se llevan 15 meses, y eso da mucho que hablar en los tiempos que corren. Harta de buscar refugio en blogs y foros de otras madres con escaso éxito, emprendo esta aventura para demostrar que, dentro de nuestras particularidades, todas las familias podemos ser un oasis de felicidad.
Gracias a todos los que en algún momento leáis estas líneas por dedicarnos un momento de vuestro tiempo.
eMamá
El impulso final me lo han dado meses y meses de comentarios - a veces divertidos, a veces mordaces, y otras, las menos, simplemente hirientes - que nuestra particular situación familiar, nada especial por otra parte, suscita por los rincones. Y es que nuestros peques, que son sólo dos hasta la fecha, se llevan 15 meses, y eso da mucho que hablar en los tiempos que corren. Harta de buscar refugio en blogs y foros de otras madres con escaso éxito, emprendo esta aventura para demostrar que, dentro de nuestras particularidades, todas las familias podemos ser un oasis de felicidad.
Gracias a todos los que en algún momento leáis estas líneas por dedicarnos un momento de vuestro tiempo.
eMamá
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